Los Reglero

Publicado sobre Jul 15, 1998


El Correo de Zamora

AÑO 1998    |    Zamora, 15 de julio

Herminio Pérez Hernández

Los Reglero

 

imagen-destacada-los-regleQuiero comenzar esta colaboración de hoy expresando la sincera satisfacción y la profunda alegría que me ha producido ver, en EL CORREO DE ZAMORA, de los últimos días de Junio, la noticia de un premio merecidísimo, otorgado, con todos los honores, a la gran empresa zamorana constituida – ¡ hace tantos años ya ! – por los hermanos Reglero. Sí, sí “Los Reglero” como se dice con todo respeto en el título y como son conocidos en Zamora por el pueblo llano y por todos sus paisanos. Lo mismo que le sucede a tantos otros zamoranos. Se me ocurre ahora pensar en “Los Losada “, “Los Roncero”, “Los Gómez Sandoval”, “Los Carbajo”, “Los Rubio”, “Los Amigo”, próceres por su laboriosidad, por su ejemplar dedicación a sus empresas o a sus trabajos, verdaderos creadores de riqueza y no sólo para ellos, sino también para la población trabajadora de nuestra ciudad, e incluso para toda nuestra provincia y para España entera en muchas ocasiones. Premiar el silencio y anonimato Premiar la labor y el esfuerzo de toda una vida y de toda una familia, que ha sabido distinguirse siempre por su trabajo en el más absoluto silencio e incluso en el anonimato, me parece una obra dignísima de la Cámara de Comercio e Industria de Zamora; que a buen seguro estará acertada siempre e la designación de los ganadores de sus galardones, pero que en esta ocasión – primera edición de tales recompensas – me parece que ha tenido “un pleno” en la elección de los galardonados, y conste que yo solamente puedo hablar de los hermanos Reglero, porque son los únicos que conozco. ¡ Y vaya si los conozco! Desde que éramos unos niños. Recuerdo las muchas tardes en que salimos juntos “a dar una vuelta” por Santa Clara – y nunca mejor dicho, porque aquel paseo parecía una noria. Ángel Reglero, Guillermo Felipe, Ramón Freire y yo, naturalmente entre ellos. Y cómo aquella amistad, aunque luego la vida nos fue separando y distanciando y ya no nos veíamos tan a menudo, se mantuvo siempre fiel y leal, como sigue siendo ahora… Recuerdo en primer lugar, a sus padres, dos personas extraordinariamente afables y simpáticas, aunque con un sentido grande de la autoridad, para inculcar en su hija y en sus cuatro hijos, el sentido del deber, la obligación del trabajo y del estudio para tener una preparación indispensable que había de abrirles el camino en la vida cuando llegara la edad de trabajar de lleno. ¡ Y cómo trabajaron todos cuando llegó ese momento ! Recuerdo también el instante en que, vencidas las primeras dificultades propias de una familia de origen modesto, que había ido ganando dinero gracias al esfuerzo material de todos y a un estricto sentido de la economía, aprendiendo también de los padres – que fueron, como ya he dicho, ejemplares en todo – se abrió al público el primer establecimiento de Confiterías Reglero, situado en la esquina de la alle San Torcuato con la de Benavente – aunque creo que antes hubo otro más pequeño en la calle de San Torcuato – pero ésta a que me estoy refiriendo fue la primera instalada con todo lujo de detalles y sobre todo , con unas creaciones extraordinarias de calidad, originalidad y buen gusto. Fue una gran sorpresa por todos, porque José Reglero, el benjamín de los hermanos, había pasado varios años estudiando los mejores talleres y obradores de confitería de Madrid y Barcelona – e incluso se dijo entonces que en algunos de Suiza – las más modernas técnicas de elaboración más exquisita. Comenzó por sorprendernos a todos con un escaparate que llamó poderosamente la atención: porque en él aparecía, realizado en grandes dimensiones, aquel muchacho esquiando, con la bufanda agitándose al viento, realizado todo él en chocolate, como una grandiosa “mona de Pascua”, que desde entonces se convirtió en el emblema de los establecimientos Reglero, apareciendo impreso en todos los papeles que sirvieron y siguen utilizándose para envolver cuantos paquetes salen de la famosa casa. Después continuaron las sorpresas durante mucho tiempo: un día fueron las famosas tartas de “Saint Honoré “, constituidas por numerosos pastelillos rellenos de crema, formando una gran pirámide; otro fue una creación tan exquisita como los postres llamados “California” que eran como una especie de “Brazo de Gitano”, pero en robusto, con muchos faralaes – léase rellenos de cremas diversas, de nata y de bombones – en fin, una auténtica delicia para los paladares más exigentes… Y luego los famosos “abisinios” y los “petit sous” de tamaño gigante y los milhojas y las “pastas de te” una auténtica y maravillosa creación incomparable… y por si todo eso fuera poco una bombonería selectísima. En fin, para qué seguir. Todo aquello desapareció ya bajo el impulso de la industrialización que imponen los tiempos modernos. Es decir, todo no, pues aún quedan los extraordinarios “Caprichos de Reina “, ¡ qué nombre tan bien elegido para un auténtico goce del paladar! – aunque solamente se consideran “fruta de invierno” porque el calor los deshace. Así fue como los hermanos Reglero fueron trabajando , día tras día, en la creación de nuevas especialidades y ampliando, poco a poco, el número de sus establecimientos, llegando a contar en Zamora hasta cuatro confiterías, más otra en Salamanca creada por el mayor de los hermanos, Arturo, lamentablemente fallecido no hace mucho tiempo. La industrialización fue una etapa dura, porque supuso la construcción de grandes naves, que fueron creciendo sin cesar, más la compra de maquinaria más moderna y sofisticada y la formación del personal especializado en el manejo y la elaboración. Pero gracias a ello, el medio centenar de empleados con que antes contaba la industria Reglero pasaron a convertirse en toda España y hoy resulta fácil – ¡ y qué alegría nos produce a los zamoranos verlos en todas partes! – encontrarlos en cualquier supermercado e incluso en la más modesta tienda de barrio…. Gran esfuerzo de una familia Ese es el gran esfuerzo realizado por toda una familia ejemplar. Ángel como presidente del Consejo, Manolo como gerente, José como jefe de producción y de personal, y siempre ayudados por su hermana, que durante años trabajó con su marido como jefe de la delegación de Madrid. Toda una familia volcada en su trabajo, soportando juntos las horas difíciles – ¿ Creerán ustedes que se llegó a hablar de oposición a la fábrica porque expandía y expande un olor delicioso, entre otras causas igual de banales ? – y celebrando junto con sus operarios también los momentos gozosos y felices, que de todo ha habido en la ya larga vida de esta gran empresa ejemplar… Todo esto es lo que se ha premiado ahora al otorgar a los hermanos Reglero ese preciado galardón que muy justamente, por cierto, representa a Vulcano, el famoso dios del fuego, que tanto tiene que ver con los hornos donde se elaboran las pastas y las galletas… Recuerdo también el instante en que, vencidas las primeras dificultades propias de una familia de origen modesto, que había ido ganando dinero gracias al esfuerzo material de todos y a un estricto sentido de la economía, aprendiendo también de los padres – que fueron, como ya he dicho, ejemplares en todo – se abrió al público el primer establecimiento de Confiterías Reglero, situado en la esquina de la alle San Torcuato con la de Benavente – aunque creo que antes hubo otro más pequeño en la calle de San Torcuato – pero ésta a que me estoy refiriendo fue la primera instalada con todo lujo de detalles y sobre todo , con unas creaciones extraordinarias de calidad, originalidad y buen gusto. Fue una gran sorpresa por todos, porque José Reglero, el benjamín de los hermanos, había pasado varios años estudiando los mejores talleres y obradores de confitería de Madrid y Barcelona – e incluso se dijo entonces que en algunos de Suiza – las más modernas técnicas de elaboración más exquisita. Comenzó por sorprendernos a todos con un escaparate que llamó poderosamente la atención: porque en él aparecía, realizado en grandes dimensiones, aquel muchacho esquiando, con la bufanda agitándose al viento, realizado todo él en chocolate, como una grandiosa “mona de Pascua”, que desde entonces se convirtió en el emblema de los establecimientos Reglero, apareciendo impreso en todos los papeles que sirvieron y siguen utilizándose para envolver cuantos paquetes salen de la famosa casa. Después continuaron las sorpresas durante mucho tiempo: un día fueron las famosas tartas de “Saint Honoré “, constituidas por numerosos pastelillos rellenos de crema, formando una gran pirámide; otro fue una creación tan exquisita como los postres llamados “California” que eran como una especie de “Brazo de Gitano “, pero en robusto, con muchos faralaes – léase rellenos de cremas diversas, de nata y de bombones – en fin, una auténtica delicia para los paladares más exigentes… Y luego los famosos “abisinios” y los “petit sous” de tamaño gigante y los milhojas y las “pastas de te” una auténtica y maravillosa creación incomparable… y por si todo eso fuera poco una bombonería selectísima. En fin, para qué seguir. Todo aquello desapareció ya bajo el impulso de la industrialización que imponen los tiempos modernos. Es decir, todo no, pues aún quedan los extraordinarios “Caprichos de Reina “, ¡ qué nombre tan bien elegido para un auténtico goce del paladar! – aunque solamente se consideran “fruta de invierno” porque el calor los deshace. Así fue como los hermanos Reglero fueron trabajando , día tras día, en la creación de nuevas especialidades y ampliando, poco a poco, el número de sus establecimientos, llegando a contar en Zamora hasta cuatro confiterías, más otra en Salamanca creada por el mayor de los hermanos, Arturo, lamentablemente fallecido no hace mucho tiempo. La industrialización fue una etapa dura, porque supuso la construcción de grandes naves, que fueron creciendo sin cesar, más la compra de maquinaria más moderna y sofisticada y la formación del personal especializado en el manejo y la elaboración. Pero gracias a ello, el medio centenar de empleados con que antes contaba la industria Reglero pasaron a convertirse en toda España y hoy resulta fácil – ¡ y qué alegría nos produce a los zamoranos verlos en todas partes! – encontrarlos en cualquier supermercado e incluso en la más modesta tienda de barrio…. Gran esfuerzo de una familia Ese es el gran esfuerzo realizado por toda una familia ejemplar. Ángel como presidente del Consejo, Manolo como gerente, José como jefe de producción y de personal, y siempre ayudados por su hermana, que durante años trabajó con su marido como jefe de la delegación de Madrid. Toda una familia volcada en su trabajo, soportando juntos las horas difíciles – ¿ Creerán ustedes que se llegó a hablar de oposición a la fábrica porque expandía y expande un olor delicioso, entre otras causas igual de banales ? – y celebrando junto con sus operarios también los momentos gozosos y felices, que de todo ha habido en la ya larga vida de esta gran empresa ejemplar… Todo esto es lo que se ha premiado ahora al otorgar a los hermanos Reglero ese preciado galardón que muy justamente, por cierto, representa a Vulcano, el famoso dios del fuego, que tanto tiene que ver con los hornos donde se elaboran las pastas y las galletas…