Caprichos de Reina

Publicado sobre Ene 6, 2003


El Correo de Zamora

AÑO 2003    |    Zamora, 6 de enero

Lorenzo Pedrero

Caprichos de Reina

 

Caprichos de Reina – “La Opinión el Correo de Zamora” – Lorenzo Pedrero – 6-01-2003 Seguramente que quien creó la rosa no tiene imitador. Y el que lo intente es necio. La hizo y punto. Se acabó la saga. Quien pretenda igualarlo hace el más espantoso de los ridículos. Me gusta la gente con clase, no clasista. Fabricaba don José Reglero en sus años mozos muy bien los amarguillos, las galletas mayuca y los nevados ( que tal vez fueron el sueño de su famoso ” esquiador”), los colombianos de oblea, las pastas de té, que no había marquesa que se resistiera ni cabildo que no los adorara; los suizos, únicos para niños desvalidos; el Saint Honoré, que era un santo que se sentía muy honrado. Pero nada igual a los caprichos de reina. Nadie fabricó con tal elegancia y finura un dulce semejante, y eso hay que reconocérselo: su singular baño de chocolate, con turrón o yema. Ya podían venir los Uña a echarles el guante, la Trapa y toda su tropa a emularlos, que no había nada que hacer, era inútil. Ni siguiera Isabel Preysler y Ferrero Rocher. Una mierda, a su lado. Cuando pasa el tiempo, uno se va dando cuenta de la importancia de la calidad. Y aquellos dulces, en su momento histórico, la tuvieron. Buenos eran los turrones, pero no eran lo mismo. Suaves eran las peladillas, pero ni comparación. Excelente el mazapán, pero resultaba un poco mazacote si lo probábamos después de los caprichos. Me imagino que lo que más le ha costado a don José Reglero es su vida no haya sido abandonar su próspero negocio, su dulce taller de innumerables chicas como abejas, dando la vuelta a la redonda de una galleta o colocando con exactitud pitagórica la gota de almíbar en sus célebres pasteles, sino de dejar de hacer los caprichos de reina. Lo que más molesta al artista es dejar de hacer los caprichos de reina. Lo que más molesta al artista es que alguien que vive a su lado no comprenda la obra bien hecha. A mí me pasa cada día con la literatura. Lees un verso, haces una metáfora y compruebas al tiempo la cara de tontos que se les queda a aquellos que creíste educar a tus labios. Es desolador. Al final de un buen soneto, te dicen: “Bueno, ¿ y qué ? ¿ Quién escribió esa chorrada?, ¿ qué te pagan por ello?” Y se te parte el alma. O aquel labrador, patán y cazurro, palurdo y petardo, que emparentó con un astrólogo y se jactaba de que mientras el sabio miraba deleitosamente al cielo y comprobaba el vuelo elegante de las aves, él se hacía propietario de los campos de berros. Tú ves los pájaros que no sirven para nada, yo tengo tierras, hectáreas, berros y barros, le decía. Tenía en los años setenta Reglero melifluas muchachas responsables de su obra, controladas por Pepe Neches, que no estaba allí para hacer huesos de santo o tocinillos de cielo, sino para vigilar las bandejas de celosía como si fueran rejas de confesionarios, con sus pastas uniformemente colocadas. Admiraban en don José Reglero su tesón, la limpieza de la fábrica que reflejaba un alma también grande, la nómina puntual de cada mes. Le disculpan incluso que les retirara el aguinaldo el año en que hicieron su primera huelga. Alaban su seriedad en el trabajo, el arte de sus caprichos: Pilar García, del barrio de San Frontis; Ady, Conchy Conde, Nines, Chelo, Mary Cruz, Rosa García. La dueña del Bar Coria de Hoy, María Velasco, una mujer encantadora, de amble trato, tiene como patena su establecimiento y la dulzura en su sonrisa siempre a punto. Ne es extraño. Trabajó en caramelos.