Vuelven los Caprichos

Publicado sobre Oct 29, 2013


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AÑO 2013    |    Zamora, 29 de octubre

Juan Jesús Rodero


Vuelven los Caprichos

 

Hubo un tiempo, ya lejano pero no tanto, en que la principal característica, casi como un signo propio de identidad al entrar en Zamora, era el olor suavemente dulzón que acompañaba, a cualquier hora, a quien llegase por la avenida de Requejo, tras cruzar los descampados del Alto de los Curas, entonces sin rotondas ni apenas signos de vida alrededor. Era un aroma que aún permanece en el espíritu de los zamoranos de edad, y de la misma ciudad si es que las ciudades tienen espíritu que hay que suponer que sí.

Provenía de la fábrica de galletas y dulces de los Reglero, frente a la plaza de La Marina, en pleno centro, a caballo entre el casco histórico y la zona del ensanche zamorano. Una tradición familiar de muchos años que supieron mantener los hermanos Reglero, primero a través de sus pastelerías -era la época de la misa de una de los domingos, las gambas a la plancha como aperitivo, y la visita a la confitería para comprar el postre- y luego a través de una empresa que creó hasta más de 300 puestos de trabajo en ocasiones y que paseó la marca, la del esquiador, la de las galletas, únicas, que no se rompían al mojarlas en el café con leche de cada mañana o de la merienda de la tarde, por toda España, otorgando a Zamora un merecido prestigio en este nada fácil sector.

Con el inexorable paso de los años, la fábrica de la avenida de Portugal acabó cerrando sus puertas y los nuevos propietarios trasladaron las instalaciones a Toro. Seguía siendo Reglero, cómo no, y estaba en la provincia pero ya no era lo mismo. Poco a poco, algo tan zamorano se fue perdiendo, aunque no olvidando. Pero el ánimo emprendedor de la familia se mantiene ahora con José Reglero Cuadrado, que de repente, y sorprendiendo a propios y extraños, ha querido volver al negocio familiar y tradicional de antaño, a la pastelería creada con amor y dedicación por sus mayores.

Y fiel a los orígenes, ha reabierto el negocio, tantas décadas después, en el mismo lugar de antes, con la marca y el logo del esquiador, que así se denomina el nuevo establecimiento, en la fachada de la antigua fábrica que ya vuelve a lucir vida y a lucir la alegría estallante de bocados y delicias de dulce, tan necesarios seguramente en tiempos de amargor y amargura como los que ha originado la crisis. Estaría orgulloso de la iniciativa de su hijo menor, si pudiese verlo, su padre, el empresario Pepe Reglero Méndez, fallecido hace unos años, pero cuya escuela ha quedado entre los suyos como ahora se demuestra con la confitería recién abierta, que ha tenido una gran acogida en su retorno a la ciudad.

El joven Reglero ha querido, además, recordar como un homenaje explícito, uno de los productos que más fama dieron a la casa y a la misma Zamora, un pastel de creación original bautizado como «caprichos de reina». El propio José Reglero, el padre, que siempre llevó personalmente la fábrica, acompañado de su esposa, Mari Tere Cuadrado, entregó a la reina una muestra de su elaboración estrella cuando doña Sofía vino a inaugurar el Teatro Principal. Que vuelva una entrañable empresa, dotada de una gran tradición familiar, es una buena noticia para una Zamora que tanto necesita reactivarse.